Estas escenas de una calle de Burgos, bulliciosa y ajetreada, con el trasiego de gente de un lado para otro, tiene una difícil comparación. Una irradia estrés y mala leche y la otra tranquilidad y sosiego.
Quizás aquellos en aquellos tiempos no se vivía tan mal, siempre y cuando nos pongan el termómetro de la caja de ahorros.
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