Después de la tempestad viene la calma.
Estos son días de deshiele, de goterones en la cabeza, de la muerte lenta de los muñecos de nieve, de las cornisas amenazantes con toda esa nieve colgando.
Esta gárgola por ejemplo empachada de tanta nieve vomita chupiteles de hielo sin mirar si alguien pasa por debajo.
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